En estos días de confinamiento en nuestros hogares por la crisis desatada por la propagación del coronavirus y la consiguiente declaración del estado de alarma por el gobierno, se ha impuesto en las empresas la necesidad del teletrabajo, necesidad que, con bastante seguridad, ha llegado para quedarse.

Ésto ha supuesto un importante aumento en el tráfico de datos y también ha puesto de manifiesto la necesidad de implantar medidas de seguridad tanto en los sistemas de las empresas como de las personas en general.

Según los datos aportados por la Fiscalía General del Estado en su Memoria de 2018 (última publicada) por este tipo de delitos se han incoado 9.069 procedimientos judiciales durante 2018, suponiendo un incremento de un 35,84% sobre los 6.676 del año 2017. Estas cifras pueden parecer modestas sobre el conjunto de los procedimientos penales incoados en los Juzgados de nuestro país, sin embargo, la información ofrecida por el Ministerio del Interior nos presenta datos mucho más reveladores e inquietantes, puesto que las investigaciones que se iniciaron durante este año 2018 por este tipo de delitos fueron 110.613, suponiendo un incremento de un 36% sobre las de 2017, similar al producido en número de procedimientos judiciales.

De todos los delitos juzgados sobresalen en número aquellos contra el patrimonio, y entre éstos las estafas aparecen como los más numerosos, con 5.581 procedimientos, lo que representa un 61 % del total.

Las principales modalidades de ciber estafa son:

  • “Phishing”, en la cual el delincuente, normalmente a través de un correo electrónico que te dirige a una web que simula ser la de tu banco, proveedor de energía, empresa de telefonía, etc, tiene acceso a tus datos personales y bancarios, empleándolos para realizar transacciones fraudulentas.
  • Fraudes cometidos en tiendas online, bien porque envían productos diferentes a los ofertados, o que no se corresponden con los que has pedido, o que son copias de originales, etc.
  • Falsos préstamos, ofreciendo grandes cantidades de dinero a un interés inusualmente bajo.
  • Falsos alquileres o venta de vehículos, con la misma mecánica de los préstamos, ofreciendo precios muy por debajo del mercado.
  • Encontrar pareja, utilizando las redes sociales o emails para contactar con personas con la finalidad de obtener un beneficio económico ilícito.
  • Timo de la solidaridad, en el que, aprovechando circunstancias dramáticas, como las que se están viviendo en estos días con el COVID19, o por desastres naturales, se solicitan donaciones en nombre de falsas asociaciones caritativas o ONGs o, incluso, suplantando la identidad de ONGs auténticas, como es el caso de los falsos enfermeros que solicitan donaciones para la compra de material médico que se ha extendido a través de las redes sociales.

Esta lista no tiene un carácter exhaustivo, pudiendo existir o idearse nuevos procedimientos que, apoyándose en la tecnología, se utilicen para estafar a las personas o a las empresas.

Por último, para evitar ser víctima de una ciber estafa hay que aplicar los cinco sentidos:

  • Sentido común, si se recibe una oferta sospechosamente buena, o a un precio inusualmente bajo o con un interés sumamente ventajoso respecto del mercado, lo más probable es que sea falsa.
  • Sentido de la prudencia, no abriendo enlaces desde correos electrónicos sin haber verificado el origen de los mismos.
  • Sentido de la privacidad, no compartiendo datos personales y/o bancarios con nadie. Su banco o la AEAT o la TGSS, etc. jamás le van a pedir datos suyos que ya conocen.
  • Sentido de la realidad, aplicando el refrán de ¨las apariencias engañan”.
  • Sentido de la responsabilidad, no haciendo “on line” lo que nunca se haría “off line”.

Y si ha sufrido un delito de este tipo no dude notificar a su banco el suceso cuanto antes; denunciarlo, poniendo a disposición de la policía todos los elementos posibles, incluso los dispositivos en los que se ha recibido el “ataque” y contactar con un abogado especialista para un buen asesoramiento.

Joseba Avila Navarro

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